lunes, 7 de octubre de 2013

Jacinto de Sosa y las cáusticas cuentas de cada domingo a medianoche


(Viene de la entrada anterior).
Para montar los tres minutos de resumen tardábamos, en realidad, muy poco, bastante menos de lo que solía ser habitual en las piezas del Telenoticias. Y eso que se trataba de una labor ciertamente complicada. En el Gol a Gol operábamos de una forma sensiblemente alejada de la típica labor de sincronizar sonido grabado con imágenes previamente editadas. Más bien, se hacía al contrario. El proceso para “fabricar” un resumen era, más o menos como sigue: Una vez recibidas y grabadas las imágenes —que llegaban a una cabina de montaje—, recogíamos la cinta y se la entregábamos al montador que estuviese libre en aquellos momentos (si es que había alguno) para que editase tres minutos con las jugadas más interesantes que teníamos anotadas. Hecho esto, nos introducíamos en una cabina de grabación en la que había un micrófono y un pequeño monitor de televisión. En él, visionábamos las imágenes ya editadas que nos “enchufaba” el operario y, según iban pasando, las comentábamos para completar la grabación. Para ello usábamos los apuntes y notas que habíamos tomado de las radios por la tarde, durante la retransmisión de los encuentros. Teníamos anotaciones del tipo: minuto ocho, fulano entra a mengano en el área y el árbitro entiende que no hay falta; minuto cuatro del segundo tiempo, mengano zancadillea a zutano cuando se escapa sólo y... etc., etc. Y aquí es, por varias razones, donde estribaba la gran dificultad. Primero, porque había que conocer perfectamente a todos los futbolistas (a veces, en pantalla, no se les veía ni el número) con el fin de asegurarse de que la jugada que habíamos editado y comentado se correspondía, efectivamente, con la que nosotros teníamos anotada según las referencias tomadas de los comentaristas radiofónicos. Segundo, porque, a lo mejor, entre las imágenes que nos habían llegado no se hallaba el lance o lances que nosotros habíamos referenciado. En ese caso, los obviábamos, pero, como puede comprenderse, el “resumen” quedaba informativamente tocado o casi muerto. Y en tercer lugar, el comentario, el “off” del redactor, debía surgir en su mayor parte improvisado y había que grabarlo de un tirón sobre los tres minutos editados. Y eso era dificilísimo. Si te equivocabas, vuelta a empezar.

Así pues, los epítomes futbolísticos de nuestro Gol a Gol eran fruto de tres cosas: imágenes arbitrariamente seleccionadas por las televisiones autonómicas, datos tomados de una emisora de radio (Brotóns nos aconsejaba que sintonizásemos Radio Nacional de España, porque era “la que mejor informaba”) y comentarios de viva voz, improvisados por el redactor, que servían para enlazar y explicar las secuencias.

Lo hacíamos lo mejor que podíamos y sabíamos.

Mientras nosotros tratábamos de parar el reloj, los telespectadores, amantes del fútbol, se exasperaban en sus casas esperando ver las imágenes de los goles y de las mejores jugadas de la jornada de liga. Los periodistas radiofónicos, que preparaban sus comentarios en función de unas imágenes que sólo podían ver en Telemadrid, se desgañitaban para hacer sus programas. Hacia las once y pico, cuando las radios emitían sus deportivos estrella, la cantinela era parecida en todas ellas: que si no podían comentar tal jugada polémica porque no la habían podido ver, que si Telemadrid no había mostrado determinadas imágenes, que a qué extrañas horas emitía la cadena el resumen de éste o del otro partido, etc., etc.

El temperamental José María García Pérez parecía sufrir más que ningún otro periodista el caos del telefútbol. Su programa de los domingos incluía La otra liga, una sección ya veterana que dirigía el ex árbitro, doctor en Periodismo y profesor de Redacción Periodística en la Universidad Complutense, Jacinto de Sosa. El espacio era un azote para los colegiados de la liga porque ponía de manifiesto sus errores y dejaba al descubierto la presunta adulteración que sufría el campeonato como consecuencia de los mismos. Aunque, claro, todo esto era muy subjetivo. Dos expertos, también antiguos árbitros, analizaban junto a Jacinto de Sosa las jugadas más controvertidas de la jornada y resolvían por la mayoría de dos a uno si la decisión del trencilla de turno había sido o no errónea y si había determinado el resultado final. Así, tal y como su nombre indicaba, La otra liga hacía sus propias cuentas del campeonato, es decir, elaboraba una clasificación paralela con los puntos “reales” que sumarían los equipos si no se hubiesen cometido errores arbitrales. Por ejemplo, si el Real Madrid ganaba merced a un penalti injusto o inexistente, en la clasificación oficial sumaría esos puntos; pero en la tabla de La otra liga, no. Como consecuencia, al final de la competición, el campeón nacional no solía coincidir con el de La otra liga.

García, de Sosa y sus expertos hacían las cuentas cada domingo tras analizar todas las jugadas polémicas de los diez encuentros de Primera división. Su espacio se había hecho ciertamente popular en campañas anteriores. Pero, hete aquí que intentar sacarlo adelante con las imágenes y los resúmenes que esta vez daba en exclusiva Telemadrid era misión imposible. Porque el canal autonómico, como queda dicho, no era capaz de ofrecer todas las imágenes ni todas la jugadas polémicas. García, que estaba dispuesto a mantener su liderazgo deportivo en las ondas, se mostraba indignado. Lo estaba con los mentores políticos de Telemadrid, con los dirigentes de la cadena, con los jefes de Deportes y con los redactores del área. Y, claro, comenzó a tronar contra todos tan pronto como se inició la liga. A medianoche, el Butano ponía la radio tan colorada como el famoso chándal naranja que vestía en la Vuelta Ciclista y que le había hecho acreedor a tan revelador apelativo.

(Sigue)